El pasado sábado por la noche, el mundo del baloncesto femenino quedó sacudido por un suceso sin precedentes tras el encuentro entre Indiana Fever y New York Liberty en el Barclays Center. Lo que comenzó como un partido más de la temporada regular de la WNBA terminó convirtiéndose en el epicentro de un escándalo que ha puesto en jaque a la organización, desatando una ola de teorías, críticas y especulaciones entre los fanáticos. Y no es para menos: tres árbitros que oficiaron el partido simplemente desaparecieron sin dejar rastro minutos después del pitazo final.

La noticia estalló apenas una hora después del encuentro, cuando representantes de la liga confirmaron que los oficiales asignados —cuyos nombres aún no han sido divulgados oficialmente por motivos de seguridad— no se presentaron al informe post-partido, ni respondieron a llamadas o mensajes de sus superiores. Personal de seguridad del recinto afirmó que las cámaras de vigilancia dejaron de grabar misteriosamente durante un período de 17 minutos que coincide con la supuesta salida de los árbitros del vestuario. Hasta el momento, no se ha podido rastrear sus movimientos desde entonces.

Lo más insólito del caso es que el partido, que terminó con una polémica victoria para el Liberty por 92-89, ya había levantado cejas por algunas decisiones cuestionables de los árbitros, especialmente durante el último cuarto. La estrella de Indiana, Caitlin Clark, fue sancionada con una falta técnica en una jugada aparentemente inofensiva, mientras que un contacto evidente sobre ella a falta de 6 segundos para el final no fue sancionado, permitiendo al Liberty sellar la victoria en una jugada de contraataque.

Apenas finalizó el encuentro, las redes sociales explotaron con mensajes de indignación, acusaciones de manipulación y denuncias de favoritismo. La etiqueta #RiggedForLiberty llegó a ser trending topic en menos de 15 minutos. Pero la controversia se transformó en caos cuando, poco después, se conoció la desaparición de los árbitros. El silencio oficial de la WNBA durante las primeras horas no hizo más que alimentar la paranoia colectiva.

A medida que pasaban las horas, surgieron más detalles extraños. Varios periodistas presentes en la zona mixta reportaron que los oficiales fueron vistos por última vez siendo escoltados rápidamente por personal sin identificación hacia una salida lateral del estadio. Ninguno de los presentes pudo confirmar si se trataba de agentes de seguridad de la liga o personas externas. La policía de Nueva York, por su parte, emitió un comunicado breve indicando que “se encuentran en proceso de localización de tres personas desaparecidas relacionadas con un evento deportivo”, sin dar más información.

La versión más difundida entre los aficionados sostiene que los árbitros habrían recibido amenazas anónimas antes del partido debido a filtraciones sobre apuestas sospechosas relacionadas con el resultado. Algunos incluso afirman que las jugadas polémicas del final fueron parte de un arreglo previamente establecido, aunque hasta ahora no existe evidencia concreta que respalde esa teoría. Sin embargo, el hecho de que los tres oficiales hayan desaparecido en bloque, sin dejar rastro, y en medio de una tormenta mediática tan intensa, no hace más que avivar las dudas.

Mientras tanto, la WNBA se enfrenta a uno de los mayores desafíos reputacionales en su historia. Aunque la comisionada Cathy Engelbert aseguró en una breve declaración que “la liga está cooperando plenamente con las autoridades y dará prioridad absoluta a la transparencia”, muchos se preguntan si la verdad saldrá realmente a la luz.

Los fanáticos, divididos entre la incredulidad, la frustración y la preocupación, esperan respuestas urgentes. La pregunta que todos se hacen ahora es: ¿esto fue una casualidad, un secuestro… o el mayor encubrimiento en la historia del deporte femenino?

El misterio continúa.